7. Agresividad

La agresividad o comportamiento agresivo puede aparecer en cualquier momento y cuando menos se espera.

La persona con demencia puede reaccionar de manera agresiva en cosas que pueden resultar insignificantes para la familia, y puede percibir una amenaza o peligro donde no existe.

Estas reacciones de agresividad, verbal o física, pueden ser “su respuesta” o “su forma de defenderse” ante distintas situaciones:

  • Porque está cansado.
  • Porque le duele algo pero no sabe qué o no puede ya decirlo.
  • Porque el cuidador insiste o le exige que haga algo que no quiere hacer, o que ya no puede hacer o no sabe hacerlo.
  • Porque tiene miedo al no reconocer el sitio en el que está o no poder reconocer a la gente que le rodea.
  • Si hay muchas personas alrededor, el enfermo puede sentirse agobiado y desorientado, o si hay mucho ruido y confusión a su alrededor.
  • Como forma de expresar la frustración por no comprender lo que está sucediendo, por no poder recordar cómo hacer las cosas, por no lograr poder expresar sus emociones o sentimientos.
  • Como forma de expresar la frustración al tener que recibir ayuda para hacer las cosas. Una persona con demencia puede sentirse humillada y frustrada al tener que recibir ayuda en actividades básicas como el aseo, ya que esto significa perder su independencia y se vulnera su intimidad, y pueden reaccionar ante esta ayuda con agresividad.
  • Como respuesta a la ansiedad o angustia.
  • Como respuesta ante un delirio o una alucinación.

Su intención nunca es hacer daño es simplemente que no sabe decir “basta ya” o “no quiero”, de otra manera.

Actos más frecuentes de agresividad física: Golpear, empujones, rascarse, agarrar objetos, agarrar a personas, dar patadas y mordiscos.

Actos más frecuentes de agresividad verbal: gritos, chillidos, lenguaje malsonante (palabrotas), estallidos temperamentales, emisión de ruidos extraños.

Recomendaciones

  • No le grite, no discuta y no le agarre fuerte ni se le enfrente, lo único que conseguirá es que se altere más.
  • Colóquese delante (de forma que esté en su campo visual), acercándose con tranquilidad y llamándolo por su nombre; apoye su mano en su brazo y sonríale, hablándole con tono suave e intentando poner su atención en otra cosa.
  • Si no le reconoce en ese momento, dígale quién es “soy María, tu hija”.
  • Si el motivo de alteración es que no le reconoce a usted, intente alejarse durante un rato y no insista en que le reconozca.
  • Cuando esté alterado procure hacerle preguntas que requieran como respuesta sólo un “si” o un “no”; por ejemplo, en vez de preguntarle ¿a dónde quieres ir? Pregúntele ¿quieres ir a dar un paseo? o ¿quieres ir a la calle?, pero no le de a elegir entre muchas opciones pues puede agobiarse al no saber cual elegir.
  • Si quiere salir de casa, intente tranquilizarlo antes de hacerlo ya que en la calle se puede poner aún más alterado y le será más difícil controlarlo.
  • Si está muy agresivo, intente retirarse de su radio de acción pero colocándose de manera que lo pueda ver, pregúntele que le pasa y si le puede ayudar.
  • No intente imponerse por la fuerza.
  • Intente encontrar qué es lo que ha provocado esa reacción, para así evitarlas.
  • Si sabe que hay situaciones que originan esa agresividad, no la provoque innecesariamente y si ve que va a aparecer, anticípese a ella para evitarla. Además es importante comunicarlo al resto de familiares y cuidadores para que ellos también puedan prevenirlas.
  • Procure que en su entorno habitual (casa) tenga una adecuada iluminación.
  • No insista en que el enfermo razone, ni insista en explicarle una y otra vez lo incorrecto de su comportamiento.
  • No le demuestre miedo.
  • Si hay niños alrededor, explíqueles la situación con tranquilidad.
  • Recuerde que las medidas preventivas tomadas hoy puede que no resulten eficaces mañana.
  • Tenga paciencia.
  • Usted como cuidador, no debe tomárselo como algo personal. No llore ni le reproche su comportamiento, recuerde que el enfermo no lo puede controlar ni lo hace adrede.
  • No se deje abatir por los sentimientos de impotencia y frustración que suelen aparecer en el cuidador tras un episodio de agresividad.
  • Consulte con su médico cualquier empeoramiento de la situación.

AFATE agradece a la Dr. Dª Lourdes Fernández López, psiquiatra, la revisión de los contenidos de este apartado.