EL DUELO EN EL/LA CUIDADOR/A

PREVENCIÓN DEL DUELO PATOLÓGICO

El duelo es una reacción psicológica natural, una respuesta normal y esperable de adaptación que se produce ante la pérdida de un ser querido; puede manifestarse antes, durante y después del fallecimiento. Este proceso suele pasar por varias fases:

  • De impacto o estado de “shock”: se caracteriza por la aparición de sentimiento de perplejidad, aturdimiento, negación, llanto, suspiros e intensa desesperación entre otros. Esta fase puede durar desde horas hasta varios días y puede volver a aparecer a lo largo del proceso de duelo.
  • De preocupación: se caracteriza por rabia, tristeza, insomnio, agotamiento, culpabilidad, intensa añoranza, sueños y pensamientos sobre el difunto y pérdida de interés por lo que sucede en su entorno, entre otros. La realidad de la pérdida comienza ya a establecerse y la sensación de que los recuerdos son sólo eso, produce desasosiego. Este proceso puede hasta varios meses e incluso años aunque de una forma más atenuada.
  • De resolución: en esta fase comienzan a remitir los aspectos más dolorosos; la persona en duelo puede empezar ya a recordar aspectos del pasado con una mezcla de tristeza y alegría por los buenos momentos vividos; tiene la sensación de “reincorporarse a la vida”.

Generalmente, todas las personas pasan por las distintas fases del duelo, aunque cada persona lo manifestará de manera muy distinta.

La intensidad y duración de este proceso, sobre todo en la fase inicial, dependerá de las circunstancias más o menos esperadas o inesperadas que provocaron el fallecimiento; si éste se produce sin aviso, el “estado de shock” y la incredulidad pueden durar mucho tiempo; si es algo que ya se esperaba desde hacía tiempo (duelo anticipatorio), gran parte del proceso de duelo ya se ha realizado cuando se produce el fallecimiento.

A diferencia del duelo normal, cuya intensidad disminuye con el paso del tiempo, el duelo anticipatorio puede aumentar o disminuir en su intensidad cuando la muerte parece inminente. En algunos casos, sobre todo cuando la muerte esperada se demora, el duelo anticipatorio llega a extinguirse y el individuo expresa pocas manifestaciones agudas de duelo cuando el fallecimiento se produce.

Las características del duelo en el caso del cuidador/a del enfermo/a con demencia, son especiales por tratarse de una enfermedad de curso progresivo y habitualmente larga, lo que hace que el duelo tenga un carácter anticipatorio.

Durante la fase inicial o leve, el cuidador/a se va adaptando a una nueva situación, a adoptar un nuevo rol dentro de su familia (el de cuidador/a). Cuando el enfermo/a se encuentra en estadíos moderados, el cuidador/a inicia un proceso de pérdida al producirse un deterioro de las capacidades de la persona enferma, especialmente su progresivo aislamiento emocional, que altera y transforma la relación entre ambos; durante la fase grave de la enfermedad, cuando la demencia está avanzada, aparecerá la conciencia de pérdida, que supone el inicio del proceso de duelo.

Los factores que pueden obstaculizar la tarea del duelo anticipatorio son: la no aceptación de la enfermedad ni de su avance, la sobrecarga del cuidador/a, la carencia de recursos propios de afrontamiento por el tipo de personalidad del cuidador/a, la incapacidad para pedir ayuda para compartir los cuidados, el no saber poner límites y la falta de recursos de apoyo social, entre otros.

Recuerde que el duelo es una vivencia íntima, un proceso personal; no hay nada malo en sentir dolor, pena y tristeza, pero es importante que usted tenga en cuenta que cada persona debe seguir su propio ritmo, sin forzar el proceso ni las fases del mismo. La persona en duelo necesita espacio para expresar sus emociones; la compañía de familiares y amigos puede ayudarle a sobrellevar la pena pero también es importante disponer de tiempo para estar a solas. El llanto es una manera de expresar el dolor, llorar más, o menos, no significa que se sienta más, o menos, la pérdida.

Hay personas que necesitan llorar como forma de desahogar y de expresar su pena; llorar es bueno pero no es la única manera de expresar el dolor o la pena.