1. Delirio

El delirio no es una enfermedad sino un síntoma y no aparece, necesariamente, en todas las personas con demencia.

El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, el DSM-IV (de la American Psychiatric Association), define el delirio como “una falsa creencia basada en una inferencia incorrecta relativa a la realidad externa, que es firmemente sostenida, a pesar de lo que casi todo el mundo cree y a pesar de cuanto constituye una prueba o evidencia incontrovertible y obvia de lo contrario”.

Los delirios suelen ser frecuentes en las personas con la enfermedad de Alzheimer y pueden aparecer en cualquier fase de la enfermedad e incluso ser el primer síntoma, pero generalmente son más frecuentes en las etapas intermedias o avanzadas.

Los delirios más frecuentes en personas con demencias son:

  • Sentirse observados, que los vigilan, que les roban sus objetos personales, que le quieren quitar las propiedades, que le quieren envenenar, que la casa en la que viven no es la suya, que las personas que salen en la televisión le hablan o están en su casa, nombrar a sus progenitores como si estuviesen vivos (por ejemplo, que su padre o su madre lo viene a buscar o le está esperando). En ocasiones pueden ser muy desagradables para el cuidador ya que puede suceder, por ejemplo, que se asomen a la ventana o al balcón y pedir socorro o llamar a la policía porque le están robando o atacando.
  • Estar totalmente convencido de que su pareja le es infiel.
  • Estar convencido de que un impostor (un doble) está ocupando el lugar de su hijo, de su cónyuge u otra persona familiar (Mal de Capgras)
  • Decir que están en un estado de máxima pobreza, que no tienen nada y se angustian con esta idea.
  • Decir que sus familiares lo van a ingresar en una residencia y los van a abandonar, que no le cuidan, que no lo llevan al médico ni le dan de comer, etc.

No obstante es conveniente no confundir los delirios con las identificaciones erróneas o con las confabulaciones (falsas historias con las que la persona intenta suplir sus fallos de memoria).

Hay algunas situaciones que pueden provocar la aparición o refuerzo de determinadas ideas delirantes, como por ejemplo:

  • Es frecuente que una persona con demencia “guarde o esconda” objetos personales y después no pueda recordar dónde los guardó, ni siquiera puede recordar que los cogió, entonces suele culpar a otros de la desaparición de esos objetos.
  • También puede suceder que busque un objeto (ropa, joyas, enseres, etc.) que hace muchos años que tuvo y que ya no tiene, pero que para la persona “ese tiempo” esté alterado y lo viva como si hubiese sido ayer u hoy, por lo que lo pedirá y buscará, al no encontrarlo puede decir que se lo han robado o alguien en concreto se lo ha quitado.
  • Cuando la persona con demencia empieza a tener momentos en que no reconoce a sus familiares cercanos, puede suceder que si ve a su cónyuge besar o acariciar a uno de los hijos pueda creer que le es infiel.

Recomendaciones

Cuando el delirio aparece no tiene la misma repercusión en la persona que lo padece, hay quienes lo manifiestan pero están tranquilos y en cambio en otros, les crea una gran estado de agitación y ansiedad.

  • Si los delirios son poco frecuentes y no repercuten en la vida de la persona ni le crean ansiedad o agitación, no debe darle de momento mayor importancia pero es conveniente informar a su médico para que esté informado y ver su evolución.
  • Si el delirio afecta a la vida de la persona causando conductas anómalas, generándole ansiedad, agitación o miedo, debe informarse a su médico el cual determinará la conveniencia o no de un tratamiento farmacológico.
  • Nunca se debe discutir un delirio, el enfermo tiene esa idea firmemente aferrada, cree que eso es verdad, está convencido de que sucede. No convierta el delirio en una fuente de discusión.
  • No se le debe seguir la corriente, al darle la razón lo que se conseguirá es reforzar esa idea delirante y favoreceremos la aparición y mantenimiento de la misma.
  • Si el enfermo es suspicaz, debe evitar hablar en voz baja en su presencia o mantener conversaciones con otra persona mediante claves, pues así reafirmaremos su idea de que los demás hablan y traman algo en contra de él.
  • Si no escucha bien, hay que procurar hablar en tono de voz audible para él y repetir la información tantas veces como sea necesario.
  • Cuando manifieste la idea delirante hay que intentar desviar su atención hacia otro tema de su interés y que fije su atención en algo real y, a ser posible, de su interés.
  • Si esa idea delirante le hace mostrarse muy inquieto o agresivo, intente tranquilizarle con palabras y gestos de cariño (nunca con gestos bruscos), tono de voz suave y hablándole de algo que sabemos que le gusta y le interesa.

AFATE agradece a la Dr. Dª Lourdes Fernández López, psiquiatra, la revisión de los contenidos de este apartado.