Se puede definir el duelo como el conjunto de emociones, representaciones mentales y conductas que aparecen ante la pérdida de un ser querido; es por tanto, una reacción psicológica natural, una respuesta normal y de adaptación del ser humano ante el fallecimiento de un ser querido.
El proceso de elaboración del duelo generalmente comienza con la pérdida y termina con la aceptación de la nueva realidad o situación, y suele pasar por las siguientes fases:
- De impacto o estado de “shock”, que se caracteriza por: aturdimiento, sentimiento de perplejidad y aparente dificultad para captar el alcance de lo ocurrido, nudo en la garganta, vacío en el estómago, sentido de irrealidad, negación, desconfianza, llanto y suspiros e intensa desesperación. También suele aparecer sensación de debilidad, pérdida de apetito, dificultad para respirar, para hablar. Esta fase puede durar desde horas hasta varios días, y puede volver a aparecer a lo largo del proceso de duelo.
- De preocupación, se caracteriza por: rabia, tristeza, insomnio, debilidad, agotamiento, culpabilidad, intensa añoranza e incluso búsqueda de la persona fallecida, sueños y pensamientos sobre el difunto, alteración importante de los hábitos de alimentación, apatía, pérdida de interés por lo que sucede en su entorno e introversión. La realidad de la pérdida comienza ya a establecerse y la sensación de que los recuerdos son sólo eso, produce desasosiego.Esta fase puede durar varios meses e incluso años aunque entonces de una forma más atenuada.
- De resolución; en esta fase comienzan a remitir lo aspectos más dolorosos, la persona en duelo puede empezar ya a recordar aspectos del pasado con una mezcla de tristeza y alegría por los buenos momentos vividos; tiene la sensación de “reincorporarse a la vida”, recupera el interés por otras actividades y su vida ya empieza a tener una nueva rutina laboral y personal. Se internaliza la imagen de la persona fallecida.
A lo largo del proceso de duelo, tiene lugar distintas formas de negación y con frecuencia la persona que experimenta el duelo se comporta o reacciona como si la muerte no se hubiera producido.
Es frecuente la sensación de presencia del fallecido (a veces se tiene la sensación de que ha pedido algo, ha llamado o se ha movido), pero enseguida se percibe que no es real.
Generalmente, todas las personas pasan por las distintas fases del duelo, aunque cada persona lo manifestará de manera muy distinta.
La intensidad y duración del proceso de duelo, sobre todo en la fase inicial, dependerá de las circunstancias más o menos esperadas o inesperadas que provocan el fallecimiento; si éste se produce sin aviso, el “estado de shock” y la incredulidad pueden durar mucho tiempo; si es algo que ya se esperaba desde hacía tiempo (duelo anticipatorio), gran parte del proceso de duelo ya se ha realizado cuando se produce el fallecimiento.
El proceso de duelo normal puede oscilar entre seis meses y un año, pero algunos signos y síntomas pueden persistir mucho más y es posible que algunos sentimientos, conductas y síntomas relacionados con el duelo persistan durante toda la vida.
Por lo general, los síntomas agudos del duelo se van suavizando a partir del primer mes posterior a la pérdida, a partir del cual, y de manera progresiva, la persona vuelve a ser capaz de dormir, comer y realizar sus actividades cotidianas. Esto siempre estará condicionado, como se comentaba anteriormente, por las circunstancias que rodeen al fallecimiento.
El hablar de la persona fallecida sin dolor es un indicador de que el duelo ha terminado.