2. Alucinación

La alucinación no es una enfermedad sino un síntoma y no aparece, necesariamente, en todas las personas con demencia.

Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, el DSM-IV (de la American Psychiatric Association), una alucinación es una percepción sensorial que tiene el convincente sentido de la realidad de una percepción real, pero que ocurre sin estimulación externa del órgano sensorial implicado (vista, oído, olfato, gusto o tacto); así pues, las personas con alucinaciones pueden ver, oír, oler, o tener sensaciones táctiles que no existen realmente.

Las alucinaciones deben distinguirse de las ilusiones, en las que un estímulo externo real es percibido o interpretado erróneamente, y también deben diferenciarse de las falsas percepciones que se producen mientras se sueña, cuando se concilia el suelo o cuando se produce el despertar.

Hay personas que se dan cuenta de que eso no es real y otras no se dan cuenta, están convencidos de que eso es real y actuar en consecuencia, así puede suceder que veamos a la persona hablando o discutiendo con “esa persona que ve o que le habla”.

Según sea la alucinación, puede provocar en la persona angustia, miedo, alegría e incluso risa y diversión.

En las personas con demencia, las alucinaciones son menos frecuentes que los delirios y cuando aparecen son más frecuentes la visuales y después las auditivas.

Es importante que nos aseguremos que efectivamente es una alucinación y no una alteración visual o auditiva que hace que distorsione lo que ve u oye. Este aspecto es a veces difícil de evaluar cuando la demencia ya está avanzada y además hay una alteración de las gnosias (son las funciones cognitivas que se ponen en funcionamiento para percibir y reconocer la forma y las características físicas -visuales, auditivas, olfativas, táctiles y gustativas- de las personas y de los objetos del entorno.)

Recomendaciones

  • Cuando la alucinación aparece no tiene la misma repercusión en la persona que lo padece, hay quienes lo manifiestan pero están tranquilos, y en cambio en otros les crea una gran estado de agitación y ansiedad.
  • Si las alucinaciones son poco frecuentes y no repercuten en la vida de la persona ni le crean ansiedad o agitación, no se le debe dar de momento mayor importancia pero es conveniente informar a su médico para que esté informado y ver su evolución.
  • Si la alucinación afecta a la vida de la persona causando conductas anómalas, generándole ansiedad, agitación o miedo, debe informarse a su médico el cual determinará la conveniencia o no de un tratamiento farmacológico.
  • Nunca se debe discutir una alucinación, si él está convencido de que eso es verdad, no lo convierta en una fuente de discusión, no intente convencerlo de que eso no es real.
  • No se le debe seguir la corriente, al darle la razón lo que se conseguirá es reforzar su aparición y el mantenimiento de la misma.
  • Si manifiesta alucinaciones auditivas y usted sabe que no escucha bien, hay que procurar hablar en tono de voz que pueda oír claramente y repetir la información tantas veces como sea necesario.
  • Si manifiesta alucinaciones visuales y usted sabe que no ve bien, procure tener la casa bien iluminada para que pueda ver bien y evitar falsas percepciones.
  • Cuando la alucinación le cree ansiedad o inseguridad, intente desviar su atención hacia otro punto y que fije su atención en algo real y, a ser posible, de su interés. Trate de tranquilizarle con palabras y gestos de cariño (nunca con gestos bruscos) y con un tono de voz suave y si es posible, llévelo a otra sala o habitación.
  • No se asuste cuando le diga que hay alguien en la habitación, suele ser muy frecuente en las alucinaciones visuales que vean a personas familiares o conocidas, ya fallecidas.
  • Si las alucinaciones siempre se producen en un lugar o a una hora determinada, intente encontrar el motivo que las provoca; a veces no son más que juegos de luces o sombras que debido a un déficit visual el enfermo no interpreta correctamente, o a voces de la radio o TV que el enfermo no sabe de dónde proceden.

Aunque su familiar ahora no presente ninguno de estos síntomas, puede que no los presente nunca o que aparezcan en un futuro, es conveniente que esté informado para poder afrontarlo si se presentan.

AFATE agradece a la Dr. Dª Lourdes Fernández López, psiquiatra, la revisión de los contenidos de este apartado.